martes, 3 de abril de 2012

Pelo sin viejo pelo con pelo viejo

Al entrar aquel señor con nombre impronunciable, uno muy parecido a la época de los filósofos griegos, creo que era algo  así como Eraclimedes o Aristoteles, el cuarto se lleno de pelo sin viejo pelo con pelo viejo. El señor con bigote imponente no demoro en sacar su arma letal y acabar con los pelos blancos y gastados del abuelo Jairo, el señor conecto su maquina a la gran extensión que había y lo dirigió hacia los pelos locos, no sin antes los pelos dar una dura y fuerte batalla.
Al comenzar el duelo entre la maquina y la melena blanca del león todo parecía ir a favor del feroz y despiadado aparato y así fue al final de la batalla, pero los pelos dieron una gran pelea, se unieron todos para destrozarla, sin importar el hecho de que todos eran viejos. La unión hizo la fuerza hasta tal punto que los dientes filosos se enredaron entre el cabello de mi abuelo, la cabeza del viejo se convirtió en un campo de batalla  que todos ignoraban,  pero yo, en mi sitio, me encontraba bastante nerviosa actuando con vehemencia, los pelos empezaron a gritar al unisono PELO CON VIEJO, PELO CON VIEJO, ¿acaso yo era la única que los escuchaba?, me estaban hablando, y tenia que hacer algo al respecto, pero al contrario me senté a ver semejante espectáculo, Los dientes de la maquina mordieron con fuerza aquellos pelos rebeldes y cayeron, fueron los primeros, de inmediato aquellos dientes también comenzaron a gritar con euforia PELO SIN VIEJO , en aquel momento mi cabeza recibía gritos y gritos de ambos lados, mientras que el cuarto callaba y el señor del bigote continuaba sin ser consciente de lo que ocurría, creo que el abuelo Jairo si sabia lo que ocurría en su cabeza  y me dirigía breves miradas cómplices, como para que no dijera nada, le gustaba aquel juego en su terreno.
Sin mas no dije nada, me senté a presenciar como todos esos pelos rebeldes caían,tiempo después la batalla termino, por supuesto el vencedor fue aquella maquina que salio triunfante y sonriendo con sus malévolos dientes, hicieron otra cita dentro de 2 meses para que el cuarto se inundara de nuevo de pelo sin viejo pelo con pelo viejo. El señor Eraclimedes o Aristoteles recogió sus cosas, le dio la mano al abuelo  Jairo y se fue, no sin antes cobrar "5 mil pecitos" por la peluqueada.

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