quise romper
la frontera que separa
el silencio
del sonido.
Pero mi boca
nunca dio un saludo,
Pronunció
una despedida
que me
condenó al olvido.
Desde ahí
te veo pasar
Y mi nombre
para ti es extraña.
Pero yo, que
tengo la espera
Metida entre
cada poro de mi cuerpo;
te puse un nombre, te llamé amigo.
Ahora que
hablamos de amistad
te tengo
que decir la verdad.
Y acá voy bajando
la cabeza,
y mi voz se va quebrando.
Te confieso
que también te hice artista,
poeta, amante de
la vida.
Si buscas a un culpable
mi imaginación no es la sola responsable.
En las noches tu sombra se te escapa,
se vuelve caminante y viene
a pasearse entre estas solitarias calles.
Yo le abro la puerta
pero se niega a entrar.
Sólo pasa y saluda a mi soledad,
la alivia diciéndole que después volverá.
Pero yo, que conozco tu alma de viajero
y aunque no me lleve bien con el tiempo
te digo a ti, extraño
que aquí te espero.