domingo, 9 de agosto de 2020

El Vals

La Valse- Camille Claudel 

Figuras danzantes sin nombre,

amantes que a cada paso

se encargan de hacer girar

el paso incesante del tiempo.

 

De cerca los miro tratando

de entrar también en su abrazo,

ser parte también de esa ola

que desafía la vida…lo efímero.

 

De lejos los siento conmigo

y envidio que sigan en esa eterna danza,

en un vaivén que rige el día y la noche.

Reyes de una nación de soñadores

 

Esculturas que se burlan

del pesado e inerte bronce,

los amantes bailan para siempre

la danza capaz de espantar la muerte.

 

Vengo entonces a imitar sus movimientos.

En mis trazos que tantean infértiles terrenos

busco que mi palabra logre desafiar mi mayor miedo:

la soledad…o quizás también el tiempo.

 

Y que este poema se transforme en una danza lenta y ligera

Que el lector tenga ganas de pronunciar en voz alta,

Que cada letra se dibuje en su boca, marcando un nuevo paso

Y que así perpetúe más este vals de lo eterno.

 

Así nos volvemos dos amantes:

yo poeta solitaria y sedienta,

el lector solitario y saciado.

jueves, 6 de agosto de 2020

Tumor

The Sick Child-Munch

Hace más de dos días que no puedo dormir, hace más de dos días que tampoco puedo estar despierta, estoy en un estado de vigilia de la muerte. Siento en mí como mi estómago se retuerce y da tres vueltas, en la noche es lo único que escucho; a tal punto que creo que ya me canta para aliviar mi dolor, sin saber que es por él que lloro. Y todo este dolor lo guardo, lo he estado guardando ya por cinco meses, pero estos días estoy ya a punto de perder la batalla. Mis hijas ya notan mi sudor frío y mis ojeras que llegan a la mitad de mi nariz. Les digo: mijas, no es nada. Así se ve la vejez, - mientras me muerdo la lengua para no gritar mientras escucho el mal que cargo regocijarse de mi dolor. Pero, aunque haga esfuerzos la enfermedad se me empieza a notar. No he dejado el baño por una hora y todo lo que cago no es más que agua. Miro con esperanzas al fondo de la taza esperando encontrar los gusanos que me imagino habitan en mis tripas, pero nada. Claudia, la menor, se cansa de tocar a la puerta y pasa a la agresividad, la escucho ya tirar patadas. Con dificultad me levanto, abro la puerta y sin responderle a sus interrogaciones sin fin me vuelvo a acostar. ¿Para qué angustiarlas si esté dolor es mío y de nadie más? A tal punto es mío que lo defiendo de los otros, lo cuido, le susurro al oído que se pudra, que lo quiero y por eso quiero que hagamos las paces. Sin rencores.

 

 Lorena, la mayor, entra a mi cuarto, prende la luz y me dice: levántese mama, nos vamos ya para el hospital. Siento en mí entonces que el dolor se defiende y con toda. Me agarra con fuerza y tira para abajo haciendo que mis tripas suenen más fuerte de lo esperado. Empiezo entonces a toser para esconder el ruido estridente que sale de mí y resulto poniéndome más en evidencia: todas las cobijas se manchan de la sangre que sale por mi boca. Lorena grita: CLAUDIA, VENGA,¡ MI MAMÁ ESTÁ VOMITANDO SANGRE!  Escucho sus pasos acercarse mientras miro las manchas de sangre que me dicen que mi dolor también les pertenece ahora. Aprieto con fuerzas el estómago, aunque me cuesta, para hacerle saber a lo que llevo dentro que su jugada fue muy sucia, que ahora no podré defenderlo más.

 

Ya en el hospital me siento atacada por todos los costados. Adentro mío la guerra continua, afuera apenas empieza. Mis hijas me reprochan mi descuido, mi silencio. Y yo sólo pienso: pero sí esto lo hice por ustedes, esto es un acto de amor y de altruismo. El médico de turno no se queda atrás, me manda a hospitalizar y hacerme una endoscopia. Aunque nadie lo diga todos pensamos que eso que tengo adentro es un tumor que ya bautizaron por mí: cáncer.

 

Todo va más rápido de lo que soy capaz de asimilar.  Los doctores y mis hijas son jueces que marcan mi sentencia. Sin poder conectar mi cerebro con mi lengua, dejo al silencio hablar. Sin más, bajo la cabeza y les entrego los restos de mi vida. Los resultados confirman que el tumor ha estado en mí por bastante tiempo, que anda en una fiesta por todo mi cuerpo, que cada célula mía es un virus. Curiosos, me preguntan cómo he sido capaz de guardarme este dolor que me desgarra. Furiosos, me tildan de irresponsable y egoísta. Me encierro de nuevo en mi silencio y abrazo el infierno que me recorre. El dolor sigue, y ahora que ha sido descubierto parece buscar más protagonismo. ¿Qué siento? Una quemadura profunda y constante…

 

Lorena y Claudia acosan al doctor por soluciones a la muerte que me espera. ¿Pero todavía hay tiempo para la quimioterapia, cierto? ¿Y no es posible extirpar el tumor? Claro, con una cirugía, doctor. Por favor, doctor. Mi mamá todavía esmuy joven. Pero cómo es que no se va a preocupar por su salud, mamá. Cómo es que se va a dejar morir, así como así. ¿No le da vergüenza? ¿Qué vamos a hacer sin usted? Lorena, ¿cómo es que usted no se dio cuenta? ¿Viviendo con ella no la vio enferma? Ah, ahora la culpa siempre es mía ¿no? ¿Y usted entonces por qué no la venía a visitar? Mire Claudia, ¿usted hace cuánto no venía a la casa? Hace más de un mes que se contenta con llamar, así que no me venga a echarme la culpa ahora.


Me pesan los ojos y me cuesta mantenerlos abiertos. Tarde, ya muy tarde, me doy cuenta que estoy conectada a un respirador, que tengo un catéter en mi brazo derecho. Aunque mis hijas estén a mi lado me cuesta levantar mi voz para llamarlas, mis brazos para abrazarlas. Las llamo entonces con mi mirada, les digo que las amo y entre lágrimas firmo una despedida. Acuden a mi llamado, ambas me abrazan y me llenan de un amor que espero que me dure hasta que llegue la muerte. Tarde, ya muy tarde nos damos cuenta que no estábamos listas para este momento y me culpo por no haber querido mirar al dolor a los ojos. Pienso en toda la gente de la que no me despedí: mi vecina que era como mi mejor amiga, de mis hermanos, de mis plantas, de las montañas de Bogotá…espero a que toda mi vida me pase en frente de mis ojos, pero nada llega…sólo la calma al dolor, un silencio, una paz que me saluda, me envuelve y arrulla.