martes, 6 de septiembre de 2011

Sin luz


Luz, paradójicamente su nombre es luz, pero su nombre y cuerpo venían desde hace un tiempo oscureciéndose, Hoy recuerda esos días donde era feliz, plena, solía tenerlo todo, esos días tan lejanos que hoy parecen  porque  de un momento a otro todo se desvaneció en su vida ¿a causa de qué? Nadie tiene la respuesta, ni la misma luz, un día simplemente decidió salir de su casa en busca de sus sueños, de sus  metas así como cualquiera pero no los encontró, sus sueños huyeron de ella, corrieron a una dirección opuesta  a la de luz, pero ella no se daba cuenta, convencida estaba ella que estaba haciendo lo correcto, prostituyéndose estaba segura de alcanzar el cielo, un esposo, una casa, unos hijos, especialmente una vida, y quien era su madre para aconsejarla en esto, si lo único que ella pudo darle fue el mismo ejemplo claro está, los consejos nunca faltaron “Luz, Luz, tendrás que ser algo más que esto hijita, esto no es vida”, así tal cual le decía siempre su madre, su madre tan  arrugada y sin ilusiones pero siempre tratando de darle lo mejor a su hija, Luz siempre aceptaba cualquier cosa de su madre pero así entendió que la mejor forma de conseguir algo era vendiendo su pequeño cuerpo, pero si lo iba a hacer seria a lo grande, no sería en su pequeño pueblo, seria en la capital de su país, Bogotá, esa palabra le sonaba a gloria, a triunfo y sobre todo a dinero.
Apenas Luz cumplió los 18 años alisto sus cosas y se fue, se fue dejando a su perra madre desolada en la pequeña casa del pequeño pueblo, no, no había forma de decirle perra a su madre, todas las mujeres del mundo podían ser llamadas de esta forma, todas menos su madre a pesar que se hubiese acostado con todos los hombres de este pequeño pueblo. Como era de esperarse a penas Luz llego a Bogotá, la ciudad se la trago, la mastico y la escupió, no hubo ninguna clase de piedad con ella, con esa chica pueblerina, inmediatamente al pisar el suelo de la ciudad, esta la detecto y pareció que hubiese decidido que no la quería hay, Luz perdió todo, su virginidad, su dignidad y todas las idades que se puedan imaginar, la ciudad era muy grande para ella, y Luz claramente no estaba preparada para enfrentarla del todo.
Luz sí que era bonita, blanca con una piel de porcelana, con una cabellera bastante larga que daba el aspecto de nunca haber probado tijera, y un particular rubor natural en sus mejillas, ya no recuerda muy bien cómo fue que paro en ese sitio remoto lejos de su pueblo, su pequeño pueblo donde al menos tenía un hogar, ahora estaba sola en la calle, en la pura y cochina calle, sin ninguna clase de pertenencias, solo los recuerdos de su pueblo, de su madre y de su niñez que a pesar de todo habían sido perfectos e irreales a comparación de lo que hoy tenía que enfrentar.
Lo que si recuerda es ese taxi, el primer taxi que la llevo a la perdición, a un laberinto donde no habían salidas, al hueco, Luz recuerda que cogió ese taxi con la esperanza de llegar a su tal sueño, un muchacho de más o menos 26 años atendió su la orden y la llevo a la decima, en el centro de esa fría Bogotá, tan diferente al cuento que le habían echado en su pueblo, este señor era más bien flaco y alto, al ver a Luz, a él se le pasaron mil cosas por la mente,  muchos pensamientos como tenerla en su taxi, quitarle su cara virginal y entonces olvidarse de ella pero nunca imagino que esto podría hacerse realidad, Luz al no tener un peso para pagarle, le pago con su cuerpo de niña pueblerina, con su ternura y su cierta inocencia, la primera vez, con un señor desconocido para ella. Como que en ese momento sus sueños se rompieron, pero pobre Luz, tan perdida y loca, al igual que su sueño, es que ese sueño si estaba bien loco, en ese momento entendió que no era un sueño sino más bien como una especie de pesadilla, pero ya no había vuelta atrás, simplemente se entrego a ese aquel señor del taxi y desde ese momento a miles de otros  sujetos desconocidos sin nombre, sin identidad pero con cada uno una parte de luz le quitaban y le añadían oscuridad, tristeza y soledad. También su belleza se iba, su juventud se fue y nunca más supo nada de ella, al igual que su querida madre y su pueblo.
Ni siquiera sus sueños se hicieron del todo realidad, 10 años ejerciendo su profesión si de alguna forma se le puede decir profesion, 10 años llenos de dolores, tristezas  sobre todo soledad, hasta que un día su “patrón” se canso, la mando a la calle, y de cierta forma la condeno. Ahora es una más de las personas que se encuentran en las calles, es una de esas que vemos mendigar pero ya nos parece bastante común verlas aunque detrás de cada uno de ellos hay una historia diferente, una peor que otra, pero con algo en común: Sueños desboronados.
La historia de Luz es esta, tan triste pero tan corta, de ella no volví a saber nada hasta aquel día que la vi en una esquina de esta ciudad, en el mismo taxi donde hicimos el amor, o tal vez no el amor si no el sexo, me vio, me conto su historia, me escupió en mis zapatos y me culpo de su desgracia y se marcho, se desvaneció y yo junto a ella porque en mi conciencia quedara esa luz sin luz, tan ojerosa, cochina, perdida, esa que me miro a los ojos y me reflejo odio, odio del mas profundo. 

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