martes, 5 de junio de 2012

Dos extraños

Ella lo vio ahí, el la vio allí. Ella desde la mesa de atrás donde su saxofón sonaba de lo más lindo. Cada nota le llegaba a sus oídos ,entraban en su cuerpo y se quedaban por ahí durante un tiempo. El la  veía disfrutar de su maravillosa melodía y nunca le quito los ojos de encima. Se quisieron mientras sus ojos bailaban al compás de algo que ella no entendía pero la conmovía. Sus narices jamas se habían visto de cerca, no sabían nada uno del otro pero imaginaban todo y que deleite les causaba. 
El se detuvo y la mirada de ambos se distanciaron. ¿ Cómo proceder ante esta situación? , se preguntaron  esperando a que el otro tuviera la respuesta, que la acción recayera en el hombro ajeno para saber si el rumbo del tiempo correría o no a su favor .
Salome estaba sola, esperando, siempre sola y esperando a que algo emocionante le pasara. Ricardo un tanto como ella a diferencia que su espera no era una desesperada, era más bien deseosa, esperaba un corazón creyendo que sería una salvación divina.
Los dos extraños, a los cuales les gustaba esperar no actuaron, esperando a que el otro hiciera algo. La noche se acabo y siguieron siendo extraños, sus ojos se quisieron y eso estuvo bien. Fueron amantes en sus mentes y eso estaba bien. 
Quizá Salome volvería a la noche siguiente y Ricardo volvería a tocar.  
Estaría en las manos de ellos dejar de ser dos extraños.

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