martes, 6 de diciembre de 2011

3 parte, Chica de fresa

Encaminamos un viaje hasta los cohetes rojos, nos transportaban no tan rápido, más bien de una manera lenta, que nos permitía rozar nuestros cuerpos con gente totalmente desconocida para nosotros, pero ahí estaban, encerrados en su mundo, con sus caras cabizbajas, queriendo llegar a su destino, encontrarse con ese alguien, con ese ser, con ese hogar, con ese trabajo, con ese colegio, con ese no se que, con ese no se cuando, con ese destino incierto para nosotros. Ya era de noche las estrellas aparecían tratando de alegrar un poco la noche, un poco nuestras vidas, llegamos a su casa, donde solo estaba su padre, en este momento nuestros cuerpos tomaron caminos diferentes pero nuestras almas seguían juntas, como era posible que yo pensara todas estas cosas conociéndola tan poco tiempo, tal vez ella tenía razón, si nos conociéramos más a fondo probablemente nos desencantaríamos uno del otro y toda la magia que había tenido “esto”, esto que no tenia nombre, que no tenia pies ni cabeza ni mucho menos corazón, desaparecería, por un momento me pareció conveniente que entonces sería mejor no conocernos y seguir cada uno con nuestras vidas, nuestras vidas aburridas, tan iguales a todas.
Al pasar de los días la chica de fresa no se había aparecido por mi vida, me encontraba bien, quería verla pero esa sensación de extrañarla me gustaba, me gustaba mucho, como que quería dejar todo a manos del destino, aunque en realidad no supiera el significado de destino, mis idas al bar eran algo que hacían parte de la rutina, ahorrar plata, ayudar a mi madre, entonces venia a mí la idea de que tenía que buscarla, como un cazador busca su presa, yo la quería atrapar, cazar, de pronto los días que no había estado con ella comenzaban a parecer semanas, o quizás eran semanas que parecían meses, el tiempo en realidad no importaba, el asunto aquí era que necesitaba oler su cabello tan solo un segundo, quería arriesgarme a desencantarme con ella aunque sabía que era algo imposible.
Pase por su casa, error, su casa no estaba todo había desaparecido, un frio espantoso apareció en mi cuerpo, que se suponía que había sucedido, como tenía que responder a esto, tal vez como ella decía todo era un sueño y tenía que ir de nuevo a la realidad, su casa si estaba, pero sin ella, de que carajos me servía su casa, sin ella, sin ese espíritu encantador, efectivamente había casa, había techo, paredes, ventanas, puertas, pero no había nada adentro, vacio, vacio, vacio, a donde demonios se habían ido, pero como pudo irse sin dar explicación, en realidad no había necesidad de explicar nada, un simplemente Hasta la vista, Hasta nunca, fue un placer conocerte, nos vemos en la otra vida hubiese bastado y sobrado.
Que se suponía que tenía que hacer, buscarla, en cada rincón de esta ciudad, debajo de las piedras si fuese posible, esto me hizo pensar que no tenía derecho de reclamarla, nunca fue mía, nunca la tuve, no compre un boleto para ganármela, su corazón nunca estuvo en venta y si así lo fuera no hubiera dudado en comprarlo y tenerlo para mi, esta chica llego y en pocos días movió m mundo ahora ya no estaba ella, estaba su casa que no me servía para nada solo para recordarla, decidí timbrar en la casa de al lado, jah, mala idea Juan, donde había quedado ese espíritu, esa hermandad, eso de ser amables, mierda, ahora quedaba claro que en esta ciudad, cada uno se preocupaba por lo suyo,  no quedaba alternativa alguna, solo dejarla ir junto al viento, junto a su cabellera roja, junto a sus labios rotos como ella , y junto con  todo lo que ella implicaba.
-          Hola Juan
-          Hola María
-          Que pasa, todo bien con esa chica
-          Cual chica de que hablas
-          Bueno es obvio que hay chica porque hace ya bastante no vienes por aquí, tienes una cara que grita: Soy estúpido y la deje ir por eso quiero emborracharme y le pediré a María que me sirva una cerveza.
-          Mira tú solo limítate a servirme la maldita cerveza o si no me voy al bar de al lado
-          Bueno está bien, ¿al menos puedo acompañarte?, mi turno ya acabo
-          Está bien solo si dejas de hacerte la psicóloga conmigo y paras de analizarme.
-          Mi intención no es esa para nada, solo quiero ayudarte, siempre hemos sido amigos y creo que alguna vez fuimos novi…-No la deje terminar no podía escucha esa palabra-
-          Bueno si vamos a evocar historias del pasado mejor irme
-          Está bien, está bien, nada de recuerdos melancólicos por el momento
-          No tienen nada de melancólicos querida María, seguimos hablando, seguimos siendo amigos, lo único que cambio entre nosotros fueron esas estúpidas etiquetas de novios a amigos.
-          Y qué hay de los sentimientos, ya no nos es permitido eso de darnos besos, caricias, eso de huir de la soledad
-          Quien dice que no, en este momento podríamos estar comiéndonos la boca sin que a nadie le interese, solo es cuestión de que queramos pero no es el caso
-          De eso no puedes estar del todo seguro Santa María
-          ¿Ahora nos llamamos por los apellidos?  Eso ayuda para enfriar nuestra relación ¿verdad?
-          Sabes que en el fondo siempre habrá espacio para ti, es más, creo que mi corazón es tuyo, por ley te pertenece, por eso que se llaman recuerdos, sentimientos o amor , si en el esta tatuado tu nombre, tu olor está impregnado en el, solo que ya no lo quieres, de hecho nunca lo quisiste, entonces ahora solo quiero tratar de ayudarte, aunque verte siempre hará las cosas más difíciles
-          Jah, donde quedo eso de no recordar las cosas del pasado
-          Perdón, yo también necesito desahogarme.
-          Todos necesitamos de eso María, hasta yo, por eso vine hasta aquí en busca de ti no para contarte nada, ni hacerme la estúpida víctima, solo es cuestión de que estés ahí, sin decir nada, ni siquiera es necesario que te muevas, porque sabes, siempre es necesario tener alguien hay, que nos acompañe, solo para que la soledad huya, salga corriendo asustada, te contare que me pasa si así lo quieres.
-          No, no lo quiero, porque cada palabra que pronuncias serian como balas que queman mi piel.
-          Entonces quedémonos aquí, disfrutando de esta cerveza y nuestra compañía
María, que rayos le pasaba a María, porque de la nada venía a decirme todas esas cosas, ella siempre tan decidida, tan soy muy ruda que me vomitaría en tu cara, y ahora viene a mostrarme su lado dulce, su lado manzanita, perita, y tal vez fresita, Si es cierto que fuimos novios, pero ella partió y me dejo, por un momento estuve triste, me hizo entender que las mujeres podían entrar sin avisar por tu puerta, impregnar su tierno olor dentro de ti y después huir, huir como si nada. No es que su olor siga aquí en mi corazón pero duro ahí por un tiempo, Supongo que ese olor salió para dar paso al olor del pelo de esa chica, la chica de fresa, porque el amor es un pacto entre sabores, olores, humores, y yo quería firmar esa clase de tratado con ella pero ella huyo a un lugar donde yo no podía encontrarla, estábamos en una especie de laberinto, un laberinto con mil salidas para ella y una única salida para mi, mi salida era ella y cuando marcho, cuando se largo, quede solo en este laberinto, pero llega María, María ofreciéndome otras mil salidas, pero yo como que no quiero escuchar, como que quiero ahogarme junto a su recuerdo.
Llegue al bar, era un día bastante gris, las nubes andaban perezosas y no quisieron salir, yo quería tampoco salir, dejar que mi vieja me hiciera el desayuno y después se fuera, pero no, no podría ser tan, tan mal hijo, entonces salí al bar, apenas pise el sitio a mi nariz llego ese particular olor, debía de estar loco, ya estaba alucinando con su olor.
-          Juan una chica te está esperando
-          ¿Estás seguro que es a mí?
-          Si dijo claramente que necesitaba a Juan Santa maría.
-          Gracias.
¿Quién podría venir a buscarme?, pensé en María, pero si era ella no tenía ganas de verla, también contemple la posibilidad de que quizás fuese Sara, pero no, eso solo ocurría en mis sueños, donde ella venia a buscarme y me decía que no me había olvidado, claro, en mis sueños, pero con cada paso que daba su olor llegaba cada vez más fuerte, golpeándome, pude confirmar esto cuando di otro paso, una cabellera roja poco a poco se asomaba, me buscaba con sus pequeños ojos inquietos y al verme una linda sonrisa se le dibujo en su rostro, cosa extraña esto que pasaba en ese pequeño bar, dos corazón latían bastante fuertes, tratando de salirse y encontrarse, unirse y respirarse cerca, si todo eso pasaba en aquel bar, y nadie se daba cuenta de esto, solo los dueños de esos corazones, solo ella y yo, toda esa rabia que pude haber sentido hacia ella como que había desaparecido pero no podía derretirme como azuquítar y rendirme ante ella, no le sonreí pero en mi mirada trate de reflejarle lo mucho que la había extrañado.
-          Sabias que este bar es el más difícil de encontrar
-          Es el más conocido de la calle, solo era cuestión de preguntar donde mueren algunos sueños y llegas, así fácil.
-          Preguntaba, sabes donde esta mi amor, jaja crees que alguien me dio respuesta
-          ¿Y quién es tu “amor”?, lo has encontrado
-          De hecho sí, creo que tu eres, o podrías serlo, o no lo sé, solo vine a arriesgarme, a saltar sola o contigo, sé que he desaparecido por un tiempo, pero eso no importa, ahora estoy aquí, dependiendo de tus palabras, puedo quedarme aquí contigo bebiendo te o irme..
-          Desencantémonos un poco más uno del otro, ¿te suena?
-          Entonces estaré aquí hasta que te des cuenta que apesto
-          Entonces te mantendré aquí por un largo tiempo..


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