domingo, 1 de marzo de 2020

Mi primer recuerdo

I and the Village- Chagall

Estaba leyendo W ou le souvenir d’enfancede Perec. Aunque Perec insistía que nunca había tenido infancia, el primer recuerdo siempre lo recorría. Intenté entonces desatar todos los hilos que componen mis recuerdos y llegar al primero que lo originó todo, al kilometro cero de mi vaga memoria; pero no pude más que recordar ese pasado que había inventado de mi infancia por la memoria de mi mamá, de mi papá, de mi familia.

Me acordé del relato de mi nacimiento, una bebé nacida tres meses antes de lo esperado. Tan pequeña que cabía en la palma de la mano de mi padre, tan frágil que para alimentarme tenían que hacerlo por jeringas. Pensé en esa bebé frágil dentro de la incubadora, una imagen que nunca me pertenecerá y que sin embargo protagonizo en la memoria de algunos.

Pensé en lo que sucedió después, en mi vida en Leticia con tan solo meses, aprendiendo a caminar y según la memoria de mis abuelos, perdiéndome en el jardín de la casa, tan grande como la selva misma. Seguí la cronología de esos años que no me pertenecen del todo y llegué de nuevo a Bogotá donde vivíamos en la casa grande de mis abuelos, una casa que sigue siendo para mí una torre de babel. Mi mamá se había mudado de nuevo a la capital porque el clima me había afectado. Los pulmones de esa bebé frágil no se habían desarrollado como debían y la humedad no hacían más que enfermarla. 

Llego a Bogotá y es aquí donde mi memoria empieza a coger raíz. Me acuerdo a la perfección de mis primeros años en el jardín, de mis tardes con mis abuelos y mi primo Santiago, jugando en cada habitación de la torre de babel (y en este párrafo me permito hablar en presente porque caigo así en la melancolía, el único refugio que tiene el pasado). Pero todos esos recuerdos están lejos de ser el primero…

Mi primer recuerdo- que tal vez no sea el primero, pero la literatura me permite las mentiras piadosas- es estar en una mañana fría y con lluvia mirando por la ventana del hospital donde yo estoy hospitalizada. A mi lado está mi abuela Corina y las dos no hacemos más que mirar por la ventana. Estamos en un piso muy alto porque el cielo se ve más cerca que el piso. Desde lo alto se ven los gigantes cerros donde se hunde Bogotá, y abajo, muy abajo, se escucha el sonido de una ambulancia. Apunto con el dedo hacía abajo, emocionada o aturdida por el ruido, y mi abuela me abraza de nuevo y susurra algo en mis oídos. Hasta aquí llega mi primer recuerdo, pero de nuevo acudo a la ficción que es mi salvación y alargo aquel recuerdo de infancia. Me imagino entonces que mi abuela se acerca, me abraza y me susurra en el oído: Aquí estoy contigo. 

Sigo imaginando y se me ocurre que no es cierto que he olvidado el sonido de su voz y que aún me dice, después de años de su partida: Aquí estoy contigo. 

2 comentarios:

  1. Sobrina hermosa, bellos recuerdos tuyos y Mamita linda. Mi mamita nos puede llevar a un mundo inimaginable con los recuerdos que nos dejo. Te quier mi Dianita.

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  2. Hermosa narrativa, se me había olvidado como eras de chiquita, y mi mamá tu ángel guardián

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